viernes, 23 de noviembre de 2012

Mi meta...


Hoy me han preguntado que cuales eran mis metas, algo que me ha hecho pensar. Tanto,que no les contesté, me quedé callada meditando la pregunta y divagando en mis pensamientos. Ahora, casi 11 horas más tarde me he dado cuenta que mi búsqueda de metas en mis pensamientos ha sido un fracaso. Por más que he intentando encontrar una no he dado con ella. Pero eso sí ,he encontrado millones de objetivos que me gustaría, deseo y espero cumplir.
Y es que, a mi juicio, en esta vida no hay que marcarse ninguna meta. Eso sería como dictar un límite o ponernos nuestro propio final, algo que solo llegará cuando nuestro fuerte y sufrido corazón deje de latir.

Hablando metafóricamente, para mi la vida es una carrera de obstáculos. A la orden del pistoletazo salimos corriendo ansiosos de enlazarnos en la búsqueda de nuestro carril, nuestro camino. Ese camino que esta repleto de vallas que deberemos saltar. Vallas que a veces, son tan grandes que nos caemos en un intento fallido de superarla. Aunque, también habrá veces que el miedo se apoderara de nosotros al ver la magnitud de esa valla y es ahí cuando dejamos de correr (cosa que no hace el cronómetro ni el resto de los participantes) dejamos a un lado la maravillosa carrera para centrarnos en una única valla, muy alta y a veces muy gruesa. Mientras,no nos damos cuenta de que solo es una y que hay mil y una maneras de sobrepasarla. Con el paso del tiempo van apareciendo otros corredores, otros compañeros de esta larga carrera. Compañeros que te ayudaran a ver diferentes perspectivas de la valla, compañeros que te aconsejaran y pensaran contigo la manera de superarla para seguir juntos vuestro camino. Eso sí, cada uno en su carril.
Sigues corriendo y saltando esos obstáculos y esas vallas, a veces pequeñas y delgadas, otras veces altas y robustas. En ocasiones solo y a veces en compañía. Habrá vallas que no podrás saltar y al querer hacer trampas pasándolas por debajo te perseguirán hasta la meta. Incluso existirán momentos en los que te agobiaras, pararás y cogerás fuerzas para seguir.
A lo largo de toda esta carrera veras gente caer, gente lamentarse,gente que te pasará por encima, gente que te intentará hacer caer y lo conseguirá y en cambio, en otras ocasiones ni rozarás el suelo. Incluso, existirán momentos en los que serás tu esa gente, pero seas quien seas y adelantes a quien adelantes hazlo siempre mirando hacia delante y hacia los lados ya que, si te centras en mirar hacia atrás, te chocaras y volverás a caer.
Aunque a veces es bueno mirar y añorar a todo esos corredores con los que te has topado, todas esas vallas que has saltado y las que no, todos esos objetivos que has cumplido y sobre todo, recordar el porqué de la presencia de esas personas a tu lado, siguiendo a veces a tu ritmo y a veces al suyo, o de esas otras personas que te seguían en silencio desde la grada pero siempre animándote para que no te rindas y tires la toalla.
Llegará un día en el que estarás cerca, muy cerca de la meta. Es más,llegará un día en el que romperás el ansiando y glorioso lazo azul, entonces el cronómetro se detendrá y comenzará el descanso.

Será ahí, en ese mismo instante y no en otro, cuando deberemos mirar ese cronómetro que ha ido contabilizando cada hora vivida a lo largo de toda tu carrera. ¿Qué para qué? Pues para ver exactamente cuanto tiempo hemos tardado en apreciar y darnos cuenta de la verdadera importancia de esa carrera, de esa vida.
Y es que la vida pasa corriendo, los problemas se te presentan de repente y al caer se nos hace grande todo. Pero hay que recordar que estamos aquí para vivir, y la vida es así. Así de dura, dulce, injusta, agradecida, preciosa y sobre todo tremendamente corta. Echémosle valor, levantemonos, cumplamos nuestros objetivos y lleguemos a nuestra única meta felices y victoriosos.

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